miércoles, 6 de abril de 2011

RELIGION III

Los grandes dioses romanos. Si la familia romana tenía sus dioses, también los tenia el Estado, como gran familia que englobaba a todas las de la ciudad. Así había los Lares y los Penates públicos, que desempeñaban dentro de la comunidad las mismas funciones que en la vida doméstica. Pero su vinculación con el Estado y el culto público confirió a varias de estas divinidades un rango superior y una personalidad más definida. Por otra parte, la influencia exterior aportó nuevos rasgos a estas figuras divinas, muchas de las cuales fueron asimiladas a divinidades análogas de la religión griega. Enumeraremos aquí las principales, conforme aparecen en los autores clásicos, y prescindiendo de los problemas relativos a su origen y evolución.



Júpiter es el antiguo dios indoeuropeo del cielo Era el principal protector de la grandeza de Roma y dominaba sobre las demás deidades. Identificado con el Zeus griego, era el padre de los dioses y los hombres. Tenía el templo principal en la cumbre del Capitolio, donde era venerado como Optimus Maximus. Se le adoraba en diversas advocaciones: como Víctor concedía la victoria, como
Stator animaba al ejército en batalla, como Feretrius recibía los espolios cogidos al enemigo, como Dius Fidius sancionaba y protegía los juramentos. Sus símbolos son el rayo y el águila.



Juno, esposa de Júpiter, era la diosa de la feminidad, protectora de las mujeres, fundadora
del matrimonio (luno Pronuba) y auxiliadora en los partos (luno Lucina). Era adorada con Júpiter en el
templo que éste tenía en el Capitolio, honor que compartía también con Minerva. Fue asimilada a la
diosa griega Hera.

martes, 5 de abril de 2011

RELIGION V

Jano es, en su origen, el numen protector de las puertas (ianua); por extensión, llegó a ser
dios de todos los comienzos, y así se le dedicó el primer mes del año (lanuarius). Se le representaba
con una cabeza de dos caras (lanus bifrons), indicando la entrada y la salida. Las puertas de su
templo estaban abiertas en tiempo de guerra y cerradas en tiempo de paz.
Vesta personificaba el fuego del hogar. Su templo circular en el foro representaba el hogar
del Estado, en el que ardía siempre el fuego sagrado, atendido por las vírgenes vestales. Más tarde
fue equiparada a la Hestia griega.
Saturno era un antiguo dios de los sembrados que, expulsado del cielo por Júpiter, se instaló
en Italia y reinó en el Lacio. Bajo su dominio los hombres vivieron una edad de oro. Se le asimiló al
griego Cronos.

RELIGION IV

Minerva formaba con Júpiter y Juno la tríade Capitolina. Era la diosa de las artes, los oficios
y las ciencias, correspondiente a la Palas Atenea de los griegos.
Marte (Mars) es un antiguo dios de la fecundidad que pasó luego a serlo de la guerra. Era el
antepasado de los romanos, como padre que fue de Rómulo y Remo. En el antiguo palacio de los
reyes se guardaba su escudo (ancile) y su lanza. Con doce escudos como éste, sus doce sacerdotes
(Saliii) ejecutaban en el mes de marzo (mes dedicado al dios) una danza guerrera acompañada de
antiguos cantos, en los que se invocaba su protección sobre la ciudad. El dios griego correspondiente
era Ares.
Diana fue también un espíritu femenino de la fecundidad, adorado en los bosques ricos en
agua. Al identificarse con la griega Artemis se concretó su figura como diosa cazadora y diosa de la
luna. Su hermano, el dios solar Apollo, era una divinidad griega que fue incorporada al panteón
romano.
Neptuno era el dios romano de las aguas, y en especial del mar, análogo al griego Posidón.
Venus es la diosa de los jardines, de la belleza y del amor. Su identificación con la griega
Afrodita la hizo madre de Eneas, antepasado común de los romanos y en especial de la familia Julia;
de ahí que sea invocada como Venus genetrix.
Mercurio es el dios del comercio (mercatura), análogo al griego Hermes.
Vulcano era el dios del fuego, como Hefesto griego.

LA RELIGION II

Espíritus protectores. Entre los numina primitivos siguieron desempeñando un papel activo
en la vida religiosa romana los Lares, los Penates y los Manes. Los Lares eran los protectores de la
hacienda y del hogar, a los que se rendía culto en capillitas situadas en los límites de los campos. 







El Lar familiaris velaba sobre la casa; su imagen estaba en el atrio (lararium) y recibía culto en los días
festivos; más adelante los Lares aparecieron siempre formando pareja. Su fiesta principal se
celebraba el 23 de diciembre.
Junto a los Lares aparecen los Penates, espíritus protectores de la despensa (penus); sus
imágenes estaban junto al hogar. Los Manes son las almas de los muertos de la familia, cuya
benevolencia se captaba con fiestas funerarias, las Feralia (21 de febrero), en las que se visitaban las
tumbas y se ofrecía en ellas alimentos y bebidas.

En vida, el espíritu protector es el Genius, que personifica la fuerza vital y activa del hombre.
En el acto de nacer, el Genius se introduce en el hombre, y no se separa de él hasta la muerte.
Espíritus de la Naturaleza. Afines a los numina de que hemos hablado, sin que en muchos
casos puedan distinguirse de ellos, son las divinidades que personifican fuerzas naturales, como
fuentes y ríos. 
Las diosas de las fuentes fueron las Camenae, que más tarde se identificaron con las
Musas griegas. 





Como dios fluvial gozó de gran veneración el Pater Tiberinus, personificación el Tíber. 




La energía vital que anima las selvas está representada por Faunus y Silvanus. 
El primero es un dios bondadoso, cuyo más antiguo santuario estaba en una gruta del monte Palatino: sus sacerdotes, los Luperci, en las fiestas Lupercalia (15 de febrero) daban la vuelta al antiguo recinto de
la ciudad para asegurar la fertilidad de hombres, animales y campos. 


La actividad de Siluanus se desarrollaba en las selvas; por eso se le representa con una corona de pino y una rama del mismo
árbol en la mano.

LA RELIGIÓN

La religión: 

Carácter de la religión romana. Tal como aparece en los autores clásicos, la religión
romana es el resultado de la incorporación de concepciones extranjeras, sobre todo griegas, sobre
una base de creencias indígenas. La antigua religión de los romanos tenía un carácter muy distinto
de la griega; sus dioses no estaban personalizados ni eran representables en estatuas y pinturas, y
no dieron lugar a mitos o leyendas sagradas como las que encontramos en Grecia. 




Son los dioses
propios de un pueblo campesino, en el que la preocupación por el quehacer diario ha sofocado la
fantasía. Entre las antiguas divinidades, a que se rendía culto en la vida privada, descollaban los
espíritus (numina) que presidían todas las actividades de la vida familiar y exterior: el nacimiento y la
muerte, la prosperidad de la casa, las faenas agrícolas y ganaderas, etc. Los nombres de estos
espíritus estaban registrados en los libros de los pontífices llamados indigitamenta, pero sólo unos
pocos de ellos han adquirido una personalidad propia en la religión de la época clásica.